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Libro de Daniel

Libro de Daniel
El libro de Daniel relata las experiencias de Daniel y otros judíos fieles que fueron llevados cautivos a Babilonia. Conforme los alumnos estudien el libro de Daniel, podrán aprender la importancia de mantenerse fieles a Dios y merecer las bendiciones que Él da a quienes le son fieles.

¿Quién escribió este libro?

El profeta Daniel es el autor de este libro (véase Daniel 8:1; 9:2, 20; 10:2). El nombre Daniel significa “Dios (es) juez” (Bible Dictionary, “Daniel”). “Nada se sabe de sus progenitores, aunque parece haber sido de linaje real (Daniel 1:3); fue llevado cautivo a Babilonia [como parte de la primera deportación de los judíos, alrededor del 605 a. de J.C.], donde le dieron el nombre de Beltsasar (1:6–7)” (Guía para el Estudio de las Escrituras, “Daniel”). Se escogió a Daniel como uno de los jóvenes judíos más selectos a fin de que se le capacitara para prestar servicio en la corte del rey Nabucodonosor. Dios bendijo a Daniel con el don de interpretar sueños, y éste ascendió a cargos de liderazgo dentro de los gobiernos babilonios y persas. En muchos aspectos, su vida se asemejó a la de José, que fue vendido para Egipto.

¿Cuándo y dónde se escribió?

El libro de Daniel se escribió probablemente alrededor del año 530 a. de J.C., mientras Daniel vivía en Babilonia. Si se parte de la suposición de que era adolescente cuando se lo llevó a Babilonia, es posible que Daniel haya tenido unos 90 años de edad cuando escribió el libro.

Resumen:

El Libro de Daniel se puede dividir en tres secciones. El capítulo 1 describe la conquista de Jerusalén por los babilonios. Junto con muchos otros, Daniel y sus tres amigos fueron deportados a Babilonia y por su valentía y obvias bendiciones de Dios sobre ellos, fueron “promovidos” al servicio del rey (Daniel 1:17-20).

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Los capítulos 2-7 registran a Nabucodonosor teniendo un sueño que solo Daniel podría interpretar correctamente. El sueño de Nabucodonosor sobre una gran estatua, representaba los reinos que se levantarían en el futuro. Nabucodonosor hizo una gran estatua de sí mismo y forzó a todos a adorarla. Sadrac, Mesac y Abed-nego se rehusaron y fueron librados milagrosamente por Dios, a pesar de haber sido echados dentro de un horno de fuego. Nabucodonosor fue juzgado por Dios por su soberbia, pero después restaurado, una vez que reconoció y admitió la soberanía de Dios.

Daniel capítulo 5, registra el mal uso que hizo Belsasar, hijo de Nabucodonosor, de los objetos tomados del templo de Jerusalén; y como respuesta, recibió un mensaje de Dios, escrito en la pared. Solo Daniel pudo interpretar la escritura, un mensaje del juicio venidero de Dios. Daniel es echado al foso de los leones por rehusarse a orar al emperador, pero fue librado milagrosamente. Dios le dio a Daniel una visión de cuatro bestias. Las cuatro bestias representaban los imperios de Babilonia, Medo-Persa, Grecia, y Roma.

Los capítulos 8-12 contienen una visión de un carnero, un macho cabrío, y varios cuernos – también referente a futuros reinos y sus gobernantes. Daniel capítulo 9, registra la profecía de las “setenta semanas” de Daniel. Dios le dio a Daniel el tiempo preciso cuando el Mesías vendría y sería muerto. La profecía también menciona a un futuro gobernante quien hará un pacto con Israel, el cual romperá al cabo de tres años y medio, seguido poco después por el gran juicio y la consumación de todas las cosas. Daniel es visitado y fortalecido por un ángel después de esta gran visión, y el ángel le explica la visión a Daniel con gran detalle.

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Referencias Proféticas:

Vemos en las historias del horno de fuego y de Daniel en el foso de los leones, una referencia profética de la salvación provista por Cristo. Los tres hombres declaran que Dios es un Dios que salva, y quien puede librarlos del horno de fuego (Daniel 3:17). De la misma forma, al enviar a Jesús a morir por nuestros pecados, Dios ha provisto un escape del fuego del infierno (1 Pedro 3:18). En el caso de Daniel, Dios envió un ángel para cerrar las bocas de los leones y salvó a Daniel de la muerte. Jesucristo es nuestra provisión de los peligros del pecado que amenazan con consumirnos.

La visión de Daniel del final de los tiempos representa al Mesías de Israel, por quien muchos serán limpios y purificados (Daniel 12:10). Él es nuestra justificación (1 Pedro 5:21) por quien nuestros pecados, a través de Su sangre, serán lavados y seremos tan blancos como la nieve (Isaías 1:18).

Reflexion

Al igual que Sadrac, Mesac, y Abed-nego, siempre debemos permanecer firmes ante lo que sabemos que es lo correcto. Dios es más grande que cualquier castigo que pudiera venir sobre nosotros. Ya sea que Dios decida librarnos o no, Él siempre es digno de nuestra confianza. Dios sabe lo que es mejor, y Él honra a aquellos que le obedecen.

Dios tiene un plan, y Su plan está elaborado hasta el más mínimo detalle. Dios conoce y tiene el control del futuro. Todo lo que Dios ha predicho, se ha cumplido con la exactitud con que fue anunciado. Por tanto, debemos creer y confiar en que las cosas que Él ha predicho para el futuro, algún día ocurrirán exactamente como Dios lo ha declarado.

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