¿Quién era Jonás?
Jonás fue un profeta hebreo que vivió durante el reinado del rey de Israel Jeroboam II, a mediados del siglo VIII a.C. Jonás era hijo de Amittai, y procedía de Gad-hepher, una aldea de Zabulón, situada en las proximidades de Nazaret. También es el héroe del libro que lleva su nombre, el quinto de los doce Profetas Menores.
El nombre Jonás significa "paloma", y la forma neotestamentaria de ese nombre es Ionas. Algo interesante con el nombre "Jonás" ocurre en el Nuevo Testamento, cuando comparamos pasajes de los Evangelios de Mateo y Juan.
En el Evangelio de Mateo (16:17), Jesús llamó a Pedro Simón Bar-Jonah, que en arameo sería "hijo de Jonás". Sin embargo, en el Evangelio de Juan (1:42; 21:15,17), el padre de Simón Pedro se llama Juan, aunque en algunos manuscritos también aparece en esos pasajes como "Jonás".
En vista de ello, no se sabe con exactitud si los nombres "Jonás" y "Juan" (heb. Yonah y Yohanan) son dos nombres diferentes del padre de Pedro (algo común en la época), o si representan dos formas griegas del mismo nombre hebreo.
Historia de Jonas y la ballena
Dios llamó a Jonás un día para que fuera a predicar a la ciudad de Nínive donde la maldad de la gente abundaba. A Jonás no le gustó nada la idea puesto que la ciudad de Nínive era una de las principales ciudades enemigas de Israel y el no queria nada que ver con ellos.
Así que Jonás intentó escapar e ir exactamente en la dirección contraria que Dios le había dicho y se subió en una barca con destino a Tarsis. En su camino a Tarsis Dios desató una gran tormenta y los hombres decidieron tirar a Jonás al mar porque pensaron que él traía mala suerte. Una vez en el mar Dios hizo que un pez muy grande, o una ballena, para que lo tragara entero y así no se hundiera. Jonás permaneció durante tres días en el vientre de la ballena y fue durante este tiempo que Jonas pidió perdón por su desobediencia, y comenzó a adorar a Dios. Después Dios hizo que la ballena escupiera a Jonás en las costas de Nínive.
Jonás fue a Nínive. Enseñó a la gente de allí. Y la gente de la ciudad le escuchó. Empezaron a seguir a Dios de nuevo.
Cuando tomo una decisión equivocada, puedo arrepentirme y hacer otro intento. Dios amó a Jonás y también me ama a mí.
Enseñanza de la historia de Jonas y la ballena
Cuando Dios nos manda hacer algo, debemos obedecer. Él conoce nuestra mente y corazón, y sabe si obedecemos con disposición. Dios conoce y ve todo, y no podemos escapar de Él, como Jonás no pudo hacerlo.
Nuestra desobediencia puede causar sufrimiento no solamente a nosotros, sino también a otros. Todos los tripulantes del barco sufrieron desesperación y angustia, e incluso sus propias vidas estuvieron en peligro debido al pecado de Jonás.
La desobediencia siempre conlleva consecuencias negativas. Jonás fue echado al mar y terminó en el vientre de un gran pez. La desobediencia a Dios no solamente tiene consecuencias presentes, sino también eternas.
Dios nos ama—sin importar lo que hayamos hecho. Él perdonó la vida a Jonás al preservarlo en el gran pez, y le dio una nueva oportunidad de hacer su voluntad.
Dios escucha nuestras oraciones. Él escuchó la oración de Jonás, incluso desde lo profundo del mar. Él escucha también las nuestras.
Si queremos hacer lo bueno, debemos corregir nuestros errores y hacer lo que Dios manda. Jonás hizo eso al predicar el arrepentimiento en la ciudad de Nínive.
Dios es misericordioso. Él no quiere que incluso los malos se pierdan, así que dio oportunidad de salvación a la gente impía de Nínive.
Vídeos de Jonas y la ballena
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