Versiculos

Filipenses 4:8

filipenses 4:8
Este versículo no es tan solo una buena norma para evaluar las propuestas dudosas que surgen en la vida o para controlar el uso que hacemos de nuestro tiempo libre: lo que leemos, las películas que miramos y las conversaciones que llevamos. Más allá de esto, contiene principios que conciernen a todas las áreas de la vida y son una fuente de bendición para uno mismo y nuestro entorno.

Versos paralelos

La Biblia de las Américas
Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto meditad.

Nueva Biblia Latinoamericana
Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto mediten.

Reina Valera Gómez
Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna, si alguna alabanza, en esto pensad.

Reina Valera 1909
Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si alguna alabanza, en esto pensad.

Biblia Jubileo 2000
Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si alguna alabanza, en esto ejercitaos.

Sagradas Escrituras 1569
Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si alguna alabanza, en esto ejercitaos.

Pensar de forma Positivas

Considera lo que es un fallo común en muchas de nuestras vidas, pero que pocas veces reconocemos. Es el problema de una actitud pesimista, de una imaginación negativa. Cuantas veces encuentras que toda tu actitud está colocada en la dirección equivocada por tu imaginación de lo que pudiera pasar o vaya a pasar en una situación, de tal manera que cuando de hecho te encuentras en la situación estás tan frustrado y tan nervioso por lo que habías estado pensando que eres incapaz de manejar el problema. Sé que este es el tema en el cual están basados muchos libros que se escriben sobre el poder de pensar de forma positiva. Hay un sitio apropiado para los pensamientos positivos, pero sólo después de haber descubierto una vida positiva, la vida de Cristo.

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Me acuerdo de la historia de un hombre que se le había pinchado una rueda de camino a casa, y resulta que no tenía un gato en su coche. Así que se puso en camino para ver si podía pedir prestado uno, pero era ya muy entrada la noche, y comenzó a preocuparse de la reacción que le recibiría cuando le pidiera prestado el gato al vecino, teniendo que despertarlo, sacarlo de la cama, todo esto en medio de la noche. Empezó a pensar en cómo se sentiría el vecino, cómo de enfadado y resentido estaría, y cómo no querría levantarse para darle el gato, que seguramente no podría encontrarlo en el garaje de todas maneras y tendría que andar buscándolo, y quizás tener que encontrar una linterna y tener que pasar por todas esas molestias. Cuanto más pensaba en ello, más se enfadaba. Finalmente llegó a la casa del vecino, subió las escaleras y golpeó la puerta vociferando, y cuando el hombre apareció, le dijo: “¡Bueno, pues, puedes quedarte tu maldito gato si es así como te sientes!”.

Eso desafortunadamente ilustra el problema que demasiado frecuentemente ocurre en nuestras vidas. Es porque no hacemos caso de la exhortación del apóstol: “todo lo que es verdadero”. Esa es la primera realidad: las cosas como son, no como pudieran ser. “Todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.” Esta es una elección deliberada de la voluntad a negarnos a pensar en lo negativo, sino a pensar en lo positivo de cada situación, o sobre cualquier persona. Entonces el Dios de paz estará contigo. Si pones tu mente en eso, el Dios que mora en ti se expresará en términos de paz en vez de contienda y confusión.

El propósito del cristianismo es la vida. Estoy impresionado sobre el hecho de que cuando nuestro Señor Jesús vino, no le habló a la gente sobre la religión. Les habló sobre la vida, sobre su trabajo en la cocina o el taller, sobre cómo vivían y pensaban y actuaban, sobre lo que les decían a sus niños y a sus compañeros, y de cómo se llevaban con sus vecinos. No vino para hablarles sobre problemas teológicos, sobre relaciones existenciales y demandas interpersonales y confusión epistemológicas. Vino para hablarles sobre la manera en la que estaban viviendo y para mostrarles qué es la vida. Les enseñó que el secreto es una persona que mora en nuestro interior, cuya vida puede manifestarse a través de nuestra personalidad, y que todo está diseñado para volvernos a eso

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Verdadero:

Excluye todo lo que no es verdad, honesto o genuino. Pensar en ello significa concentrarse en aquello que se conforma a la verdad, a lo real y a lo auténtico. ¿Dónde lo encontramos?, en Dios (Juan 3:33), en Jesucristo (Juan 7:18) y, por lo tanto, en las Sagradas Escrituras inspiradas por el Espíritu Santo, es decir, la Biblia. Juan 17:17 dice:“Tu palabra es verdad”.

No hay nada mejor ni más bendecido que estar cada día en contacto con la Palabra de Dios, leerla y estudiarla:“¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación” (Sal. 119:97). Solo a través de un trato íntimo con las Escrituras seré capaz de discernir lo verdadero y buscarlo. ¿Estamos pensando en lo que es verdadero?

Honesto:

Excluye todo lo deshonroso, ofensivo y frívolo. Significa buscar lo que merece respeto, lo que es digno y noble. Un comentario bíblico define honesto como “honroso, decoroso, digno de honra, que exige respeto”, agregando: “No solo indica la dignidad terrenal que alguien posee, sino que describe a una persona que debe su honor y dignidad a su ciudadanía celestial (comp. Filipenses 3:20). Esta cualidad conlleva algo majestuoso, algo que despierta un profundo respeto, pero que no genera rechazo, sino que atrae e invita”. ¿Quién es digno de toda honra?: “Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos” (Ap. 5:13). ¿Pensamos en todo lo honesto?

Justo:

Excluye todo lo incorrecto, injusto e indigno. Somos llamados a meditar en lo justo, correcto, honrado y responsable. Como tan solo el Señor es recto y justo (1 Juan 2:1), Él es la norma invariable que debemos seguir. ¿Nuestros pensamientos están ocupados en todo lo justo?

Puro:

Excluye todo lo impuro e inmoral. Significa considerar lo que es de buena moral, decente, limpio, santo, casto e inmaculado. Jesús es descrito en Hebreos 7:26 como un sumo sacerdote “santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos”. Efesios 5:3-4 nos presenta, respecto a esto, normas concretas para la vida diaria: “Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos; ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias”. ¿Consideramos en nuestros pensamientos todo lo puro?

Amable:

Excluye la amargura, el disgusto, el resentimiento y la aversión. Es el único lugar en el Nuevo Testamento donde aparece la palabra amable. Significa pensar en todo lo que es dulce, encantador, bello, gratificante, agradable, admirable, simpático y atractivo. Esta expresión implica también una actitud que promueve la paz y evita el conflicto. ¿Qué testifica Juan acerca del Señor Jesucristo?: “Vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” (Jn. 1:14). ¿Pensamos en todo lo amable?

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De buen nombre:

Excluye todo lo que ofende o tiene una connotación negativa. Como en la expresión anterior, es la única vez en el Nuevo Testamento que se mencionan estos términos. Significa pensar en todo lo que es digno de alabanza, positivo, hermoso, estimado, decente, gozoso y prestigioso. ¿Quién cumple con esto de una manera inigualable?, Jesucristo: “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre” (Fil. 2:9). ¿Pensamos en todo lo que es de buen nombre?

Así, pues, estas seis expresiones: verdadero, honesto, justo, puro, amable y de buen nombre describen con precisión la vida, el sentir y el servicio de nuestro Señor Jesucristo. Podríamos llamar a esta lista una “minibiografía” de Jesús. Nos muestra cuánto debemos dejarnos transformar en nuestra manera de pensar. Pero esto no es todo lo que aquí se nos propone.

La séptima expresión es:

Virtud alguna:

Virtud es una palabra maravillosa que excluye todo vicio. El teólogo William Barclay escribe al respecto: “En el pensamiento antiguo, esta palabra abarcaba todo lo que era eficaz, excelente, virtuoso y perfecto. Podía referirse a la calidad del suelo de cierta región, a la efectividad de una herramienta, a la perfección física de un animal, al coraje y la excelencia de un soldado, como también a la virtud de una persona”. ¿Hay en nuestros pensamientos virtud alguna? Si la respuesta es no, debería entonces ser nuestro objetivo.

En octavo lugar, Pablo dice:

Algo digno de alabanza:

Este último concepto excluye todo lo detestable y despreciable. Significa pensar en lo que merece alabanza, aprobación y reconocimiento. ¿Mis meditaciones son dignas de elogio? Preguntémonos entonces: ¿cuál es mi objetivo? ¿Adónde voy? ¿En qué ocupo mi tiempo? ¿Qué leo, qué escucho, qué miro? ¿Son mis objetivos en mi vida matrimonial, familiar, eclesiástica y comunitaria, con todas sus actividades de tiempo libre, culturales y culinarias, verdaderos, honestos, justos, puros, amables y de buen nombre? ¿Nos damos cuenta de lo actual que resulta Romanos 12:2 cuando dice: “no os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento”?

Busquemos y desarrollemos esta renovada manera de pensar. La renovación se lleva a cabo a través del perdón y la purificación, por medio de la sangre que el Señor Jesús derramó en la cruz. Ocurre a través de la obra que el Espíritu Santo hace por medio de la Palabra de Dios. Además, se obtiene de las decisiones personales que tomamos a diario. Debemos decidir qué queremos pensar y qué pensamientos admitiremos en nuestro corazón.

Vídeos de Filipenses 4:8

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