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Hermenéutica bíblica

Hermenéutica bíblica
La hermenéutica bíblica es el estudio de los principios y métodos de la interpretación del texto de la Biblia. Segunda de Timoteo 2:15 ordena a los creyentes que se involucren en la hermenéutica: «Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que…usa bien la palabra de verdad». El propósito de la hermenéutica bíblica es ayudarnos a saber cómo interpretar, entender y aplicar correctamente la Biblia

Qué es Hermenéutica:

Hermenéutica se refiere al arte de interpretar textos bien sean de carácter sagrado, filosófico o literario.

Asimismo, a través de la hermenéutica se pretende encontrar el verdadero significado de las palabras, tanto escritas como verbales.

La hermenéutica tiene sus orígenes en la Antigüedad, cuando diversos pensadores se concentraron en la tarea de interpretar los textos o escrituras sagradas a fin de diferenciar la verdad de lo espiritual, y esclarecer aquello que resultaba ambiguo o poco claro. Algunos de ellos fueron Filón de Alejandría, Agustín de Hipona, Martín Lutero, entre otros.

Sin embargo, fue en la Edad Moderna que los estudios entorno a la hermenéutica tomaron mayor forma tras las contribuciones del filósofo Friedrich Schleiermacher, por lo que es considerado como padre de la hermenéutica.

Entre sus principios propuestos por Schleiermacher destaca la idea de comprender e interpretar el discurso tal cual lo expone el autor, y luego proponer una interpretación aún mejor que ésta.

El término hermenéutica deriva del griego ἑρμηνευτικὴ τέχνη (hermeneutiké tejne), que significa el ‘arte de explicar, traducir, aclarar o interpretar’. Asimismo, la palabra hermenéutica se relaciona con el nombre del dios griego Hermes, el dios mensajero con la capacidad de descifrar significados ocultos.

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Hermenéutica bíblica judía

Las formas tradicionales de hermenéutica o exégesis en el judaísmo aparecen a través de la literatura rabínica, que incluye el Mishná, los dos Talmudes y la literatura midrash.

Los exégetas o hermeneutas judíos reciben el título de mefarshim (comentadores).

El Midrash forma una exposición de la exégesis bíblica del Torá y sus párrafos relacionados con la Ley, que también es un objeto de análisis. La Halajá comprende una exégesis de la Ley escrita. La Agadá es una exégesis de partes del Torá no conectadas a la Ley.

El Mikra comprende el estudio exegético de la Torá, los Nevi'im (“profetas”) y los Ketuvim (“escritos”), las tres divisiones de la Biblia hebrea (no idéntica a lo que los cristianos llaman Antiguo Testamento). La Mesorá es la exégesis que determinó las reglas y principios que gobiernan los textos bíblicos. La redacción del Talmud resulta de estudios exegéticos, y el Talmud en sí se ha convertido en objeto de estudio y análisis.

La exégesis judía no terminó con la redacción del Talmud; continuó durante el resto de la Edad Antigua, la Edad Media y el Renacimiento. En el siglo XVII Baruch Spinoza (que fue expulsado de la comunidad judía de Ámsterdam por su racionalismo filosófico) fue uno de los precursores de la hermenéutica bíblica moderna.

En el judaísmo la hermenéutica o exégesis sigue siendo objeto de estudio hoy en día, pues se considera una herramienta importante en el entendimiento de las Escrituras. En cada comunidad judía de cualquier parte del mundo hay centros para estudios exegéticos.

La ley más importante de la hermenéutica bíblica

la Biblia debe interpretarse literalmente. Hemos de entender la Biblia en su sentido normal o claro, a menos que el pasaje obviamente esté destinado a ser simbólico o si se usan figuras literarias. La Biblia dice lo que significa y significa lo que dice. Por ejemplo, cuando Jesús habla de haber dado de comer a "los cinco mil" en Marcos 8:19, la ley de la hermenéutica dice que deberíamos entender de manera literal el número cinco mil. Había una multitud de personas hambrientas que sumaban cinco mil y un salvador milagroso los alimentó con pan y pescado verdadero. Cualquier intento de "espiritualizar" el número de personas, o negar un milagro literal, es hacer una injusticia con el texto e ignorar el propósito del lenguaje, el cual es comunicar. Algunos intérpretes cometen el error de intentar leer entre las líneas de la Escritura, para inventarse significados esotéricos que realmente no están en el texto, como si cada pasaje tuviera una verdad espiritual escondida que debemos tratar de descifrar. La hermenéutica bíblica nos mantiene fieles al significado que pretendía darse de las Escrituras y nos aleja de simbolizar versículos bíblicos que debemos entender literalmente.

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Segunda ley fundamental de la hermenéutica bíblica

Debe haber una interpretación histórica, gramatical y contextual de los pasajes. Interpretar un pasaje históricamente, significa que debemos tratar de entender la cultura, los antecedentes y la situación que originó el texto. Por ejemplo, para entender plenamente el viaje de Jonás en Jonás 1:1-3, debemos investigar la historia de los asirios en relación con Israel. Para interpretar un pasaje gramaticalmente, se necesita seguir las reglas de la gramática y reconocer las diferencias del hebreo y del griego. Por ejemplo, cuando Pablo escribe en Tito 2:13 "nuestro gran Dios y salvador Jesucristo", las reglas de la gramática dicen que las palabras Dios y salvador son términos paralelos y ambos están en unión a Jesucristo; en otras palabras, Pablo claramente llama a Jesús "nuestro gran Dios". Interpretar un pasaje contextualmente, implica considerar el contexto de un versículo o de un pasaje cuando se intenta determinar el significado. El contexto incluye los versos que están antes y después del texto, el capítulo, el libro y, en un sentido más amplio, toda la Biblia. Por ejemplo, muchas declaraciones confusas en el libro de Eclesiastés tienen un sentido más claro cuando se mantienen en el contexto. El libro del Eclesiastés está escrito desde la perspectiva terrenal, mencionada como "debajo del sol" (Eclesiastés 1:3). De hecho, la frase debajo del sol, se repite alrededor de 30 veces en el libro, estableciendo el contexto para todo lo que es "vanidad" en este mundo.

Tercera ley de la hermenéutica bíblica

La Escritura siempre es la mejor intérprete de la Escritura. Por esta razón, siempre comparamos la Escritura con Escritura, cuando se intenta determinar el significado de un pasaje. Por ejemplo, la condenación de Isaías respecto al deseo de Judá de buscar la ayuda de Egipto y de poner su confianza en una fuerte caballería (Isaías 31:1), estuvo motivada, en parte, por orden expresa de Dios de que Su pueblo no fuera a Egipto a buscar caballos (Deuteronomio 17:16).

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